
Da igual lo que te vendamos: tú cumple con tu papel y permanece siempre conectado a la Máquina
Tal como afirma El Librero Callejero en un interesante artículo, el análisis del universo publicitario resulta fascinante desde el punto de vista psicológico y sociológico, ya que «nos revela algunos de nuestros mecanismos mentales más primarios, nos enseña los intereses de las grandes masas y nos explica, de forma indirecta, qué es lo que se espera de un ser humano que vive en sociedad en un momento dado. La publicidad es un reflejo que nos habla de la sociedad en cada momento histórico, y son muchas las cosas que pueden deducirse tan solo observando con ojo clínico los anuncios, escogidos al azar, de un año en particular».
Últimamente hemos notado un aumento en la preocupación de los publicistas por reflejar en sus anuncios la presencia totalitaria de la Máquina en nuestras vidas. Es como si no quisieran decepcionar a un público que está esperando que se le hable en un lenguaje que siente muy cercano y que le resulta fácilmente comprensible: el del dispositivo electrónico que nos acompaña a todas partes como un miembro más de nuestra familia, como un miembro físico de nuestro propio cuerpo. Es por ello que estos cerebros pensantes al servicio de la mercadotecnia, han comenzado a incluir indiscriminadamente en sus creaciones publicitarias imágenes de la Máquina, o personas relacionándose con máquinas, o interpretaciones de la realidad a través de la pantalla de un dispositivo mecánico.
En el siguiente anuncio, fotografiado en un andén del suburbano por uno de los miembros de nuestro equipo, vemos una galleta de chocolate crujiente emergiendo de la pantalla de un móvil:
La conclusión del publicista parece sencilla: el consumidor que va a comprar nuestra golosina ya no será capaz de entender una galleta por sí misma, por tanto hemos de contextualizarla dentro de la pantalla de un smartphone -lugar hacia el cual se dirigen nuestras miradas durante la mayor parte del día- para que pueda comprender a la galleta y sentir que le resulta apetecible. Objetivo conseguido.
En este otro anuncio, una entidad bancaria ofrece la contratación de un seguro de hogar, presentado a través de una aplicación móvil:
«Me gusta», se puede leer en el rótulo inserto. Contratar un seguro de vivienda, o tomar cualquier otra decisión, ya no es una cuestión de razonamiento y reflexión, sino de un impulso manifestado en décimas de segundo mediante un toque de pulgar. «Me gusta» o «No me gusta»: pulgar arriba o pulgar abajo… todo es cuestión de simplificar opciones hasta el ridículo siguiendo la invitación de las aplicaciones del smartphone o las redes sociales.
No pueden faltar tampoco los populares selfies (autorretratos); esta agencia de viajes hace uso de ellos para mostrarnos las maravillas de sus destinos turísticos:

No importa que vayas a Jordania: lo único que importa es que saques muchas fotos con tu móvil y las compartas por WhatsApp e Instagram
A tenor de lo expuesto en este breve muestrario fotográfico, no se nos ocurre mejor conclusión que la que podemos leer en uno de los capítulos de Sal de la Máquina: «A fuerza de uso y costumbre, hemos llegado a aceptarlo casi todo. Y lo que es más notable, nos hemos acostumbrado a percibir e interpretar el mundo a través de una pantalla portátil. Ya no confiamos en nuestros propios ojos y en nuestro intelecto para recabar información sobre la realidad circundante, sino que delegamos nuestras funciones en un dispositivo multimedia con acceso a internet, dotado de videocámara, micrófono y aplicaciones».