
VV.AA., Cambiar las gafas para mirar el mundo: una nueva cultura de la sostenibilidad, p. 72. Libros en Acción 2015.
«¿Cuántos millones de toneladas de materiales hace falta arrancar de las entrañas de la Tierra y procesar de forma contaminante y en condiciones laborales de semi-esclavitud, para presentar el resultado, precintado en más envoltorios contaminantes, en la sección tecnológica de un centro comercial occidental? Un smartphone nuevo, sin salir de su embalaje, ya ha consumido en su fabricación y empaquetado 75 (setenta y cinco) kilos de materiales . Durante su vida útil (cada vez más reducida por una obsolescencia programada que nos ‘invita’ a cambiar de móvil cada año), consume una cantidad incalculable de energía eléctrica (miles de millones de terminales conectados diariamente a la red eléctrica mundial durante la recarga de baterías). Una vez desechados, todos los dispositivos se convierten en chatarra tóxica inasimilable por los ecosistemas, y pasa a abandonarse y acumularse en el ‘patio trasero de Occidente’: los vertederos electrónicos del Tercer Mundo. Se cierra así un ciclo de destrucción y muerte que comienza en aquellos mismos ‘continentes olvidados’, con la extracción indiscriminada de materiales y la explotación laboral de miles de seres humanos.
(…) Todo este engaño inconcebible, esta brecha creada artificialmente entre el mundo real allí fuera y el mundo de fantasía que vivimos en las sociedades de consumo, solo es posible gracias a la publicidad. Las mismas multinacionales responsables de las atrocidades medioambientales y de los crímenes arriba citados, son las que nos seducen a diario con blancas sonrisas: «nos importan las personas», «cuidamos el medio ambiente», «tu bienestar, nuestra razón de ser». El mantenimiento de esa división infame entre realidad y ficción, entre productores y consumidores, entre quienes son forzados a digerir toda la contaminación y el sufrimiento y quienes desenvolvemos el brillante papel de regalo de un dispositivo multimedia recién comprado, depende de que la brecha entre ambos mundos continúe siendo lo más grande posible. Barrer la basura debajo de la alfombra: ese, y no otro cometido, es el de la publicidad, verdadera propaganda de adoctrinamiento al servicio del mercado».
Extraído del libro Sal de la Máquina.
Excelente información ! Lástima que la gente esté «endiosada» con estos aparatos que los convierten en sus esclavos
Me gustaMe gusta